lunes, 3 de noviembre de 2014

Entre visillos



En 1957, Carmen Martín Gaite, publicó Entre visillos, una novela, principalmente, protagonizada por personajes femeninos. El relato se sitúa en una ciudad cualquiera de provincias, que algunos han identificado con la ciudad natal de la autora, Salamanca. La autora reproduce en esta novela, como lo hizo Sánchez Ferlosio en El Jarama, la vida cotidiana, muchas veces aburrida y monótona, de un grupo de hombres y mujeres jóvenes en un ambiente opresivo y lleno de prejuicios en los años 50. Una sociedad demasiado preocupada por las vidas ajenas que se oculta, como bien reza el título, tras los visillos, espiando el devenir de sus convecinos. La mayoría de los habitantes, a pesar de las apariencias, se siente atrapado en este ambiente asfixiante, de forma que, la ciudad se convierte en una gran cárcel, de la que nadie escapa a los comentarios o las críticas de los demás, que han de vivir bajo el yugo del que dirán o presionados por cumplir las expectativas que la sociedad ha marcado para ellos. Una existencia rutinaria, aburrida e hipócrita bajo la que se esconde un mundo personal lleno de frustraciones, sueños imposibles e ilusiones inalcanzables.
Clasificada por algunos críticos, como novela coral, dialogada, son las voces femeninas, carentes de libertad, las que se oyen por encima del resto.  Son mujeres jóvenes, pertenecientes a la burguesía de provincias, cuyo único objetivo vital es encontrar un marido y dedicar su vida a actividades rutinarias y banales como pasear, ir a misa o acudir al baile. Julia, que huye a Madrid en busca de un novio que la trata con desprecio; su hermana Natalia, que desea estudiar una carrera en Madrid pero no sabe cómo decírselo a su padre o, entre otras, Gertru, una adolescente, prometida a un hombre de más edad sometida a las decisiones de una suegra autoritaria. Unas se rebelan, sin embargo, otras se conforman y se limitan a reproducir los valores recibidos. Este universo femenino se sitúa frente, al mundo de los varones, lleno de proyectos, que estudian oposiciones, que viajan con libertad y se relacionan con mujeres sin guardar las apariencias.
Entre todos ellos, aparecerá el profesor de alemán, Pablo Klein, que regresa a la ciudad en la que vivió de pequeño, un hombre misterioso y solitario que despertará la curiosidad de todos y romperá, de alguna forma, la rutina de la urbe.
El final de la novela, abierta, nos deja un poso de amargura, ya que, los conflictos planteados por las mujeres durante el relato resultan dramáticos al carecer de solución en una sociedad en la que, aún, las mujeres carecen del poder de decisión sobre el futuro de sus vidas.

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