martes, 20 de noviembre de 2018

jueves, 25 de octubre de 2018

Marcapáginas

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Frases sobre lectura

“Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida”Mario Vargas Llosa
“Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él”Nicolás de Avellaneda
El libro es una extensión de la imaginación y la memoria”Jorge Luis Borges
 “El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. Miguel de Cervantes
“He buscado el sosiego en todas partes, y sólo lo he encontrado sentado en un rincón apartado, con un libro en las manos"Thomas De Kempis
“La escritura es la pintura de la voz"Voltaire
“La lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo"Joseph Addison
“La poesía no quiere adeptos, quiere amantes"Federico García Lorca
“Lee y conducirás, no leas y serás conducido"Santa Teresa de Jesús
“Los libros son amigos que nunca decepcionan"Thomas Carlyle
“Ser escritor es robarle vida a la muerte"Alfredo Conde
“Si cerca de la biblioteca tenéis un jardín ya no os faltará de nada" Cicerón
“Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”. Proverbio hindú
"El libro es el salvavidas de la soledad". Ramón Gómez de la Serna
Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre, y dentro del perro probablemente está demasiado oscuro para leer.GROUCHO MARX
Frase de Jane Austen sobre leer

Los verdaderos analfabetos son los que aprendieron a leer y no leen.

MARIO QUINTANA

La persona más digna de lástima es la que está sola en un día lluvioso y no sabe leer.

BENJAMIN FRANKLIN

Frase de Walt Disney sobre los libros

La riqueza no se trata de cuánto dinero o cuántas casas tienes; se trata de la libertad para comprar el libro que quieras sin mirar el precio y preguntarte si podrás pagarlo.

JOHN WATERS

Nunca juzgues un libro por su película.

J.W. EAGAN

La única forma de tolerar la existencia es perderse en la literatura como en una orgía perpetua.

GUSTAVE FLAUBERT

Frase de James Joyce sobre la lectura

Si realmente amas un libro, debes dormir con él, escribir en él, leerlo en voz alta, y llenar sus páginas con migas de muffins.

ANNE FADIMAN

Leer sin reflexionar es como comer sin digerir.

EDMUND BURKE

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lunes, 15 de octubre de 2018

Manolito Gafotas

Image result for manolito gafotasEl último mono
Me llamo Manolito García Moreno, pero si tú entras a mi barrio y le preguntas al primer tío que pase:
–Oiga, por favor, ¿Manolito García Moreno?
El tío, una de dos, o se encoge de hombros o te suelta:
–Oiga, y a mí qué me cuenta.
Porque por Manolito García Moreno no me conoce ni el Orejones López, que es mi mejor amigo, aunque algunas veces sea un cochino y un traidor y otras, un cochino traidor, así, todo junto y con todas sus letras, pero es mi mejor amigo y mola un pegote.
En Carabanchel, que es mi barrio, por si no te lo había dicho, todo el mundo me conoce por Manolito Gafotas. Todo el mundo que me conoce, claro. Los que no me conocen no saben ni que llevo gafas desde que tenía cinco años. Ahora, que ellos se lo pierden.
Me pusieron Manolito por el camión de mi padre y al camión le pusieron Manolito por mi padre, que se llama Manolo. A mi padre le pusieron Manolo por su padre, y así hasta el principio de los tiempos. O sea, que por si no lo sabe Steven Spielberg, el primer dinosaurio Velociraptor se llamaba Manolo, y así hasta nuestros días. Hasta el último Manolito García, que soy yo, el último mono. Así es como me llama mi madre en algunos momentos cruciales, y no me llama así porque sea una investigadora de los orígenes de la humanidad. Me llama así cuando está a punto de soltarme una galleta o colleja. A mí me fastidia que me llame el último mono, y a ella le fastidia que en el barrio me llamen el Gafotas. Está visto que nos fastidian cosas distintas aunque seamos de la misma familia.
A mí me gusta que me llamen Gafotas. En mi colegio, que es el «Diego Velázquez», todo el mundo que es un poco importante tiene un mote. Antes de tener un mote yo lloraba bastante. Cuando un chulito se metía conmigo en el recreo siempre acababa insultándome y llamándome cuatro-ojos o gafotas. Desde que soy Manolito Gafotas insultarme es una pérdida de tiempo. Bueno, también me pueden llamar Cabezón, pero eso de momento no se les ha ocurrido y desde luego yo no pienso dar pistas. Lo mismo le pasaba a mi amigo el Orejones López; desde que tiene su mote ahora ya nadie se mete con sus orejas.
Hubo un día que discutimos a patadas cuando volvíamos del colegio porque él decía que prefería sus orejas a mis gafas de culo de vaso y yo le decía que prefería mis gafas a sus orejas de culo de mono.
Eso de culo de mono no le gustó nada, pero es verdad. Cuando hace frío las orejas se le ponen del mismo color que el culo de los monos del zoo; eso está demostrado ante notario. La madre del Orejones le ha dicho que no se preocupe porque de mayor las orejas se encogen; y si no se encogen, te las corta un cirujano y santas pascuas.
La madre del Orejones mola un pegote porque está divorciada, y como se siente culpable nunca le levanta la mano al Orejones para que no se le haga más grande el trauma que le está curando la señorita Esperanza, que es la psicóloga de mi colegio. Mi madre tampoco quiere que me coja traumas pero, como no está divorciada, me da de vez en cuando una colleja, que es su especialidad.
La colleja es una torta que te da una madre, o en su defecto cualquiera, en esa parte del cuerpo humano que se llama nuca. No es porque sea mi madre, pero la verdad es que es una experta como hay pocas. A mi abuelo no le gusta que mi madre me dé collejas y siempre le dice: «Si le vas a pegar dale un poco más abajo, mujer, no le des en la cabeza, que está estudiando.»
Mi abuelo mola, mola mucho, mola un pegote. Hace tres años se vino del pueblo y mi madre cerró la terraza con aluminio visto y puso un sofá cama para que durmiéramos mi abuelo y yo. Todas las noches le saco la cama. Es un rollo mortal sacarle la cama, pero me aguanto muy contento porque luego siempre me da veinticinco pesetas en una moneda para mi cerdo –no es un cerdo de verdad, es una hucha– y me estoy haciendo inmensamente rico.
Hay veces que me llama el príncipe heredero porque dice que todo lo que tiene ahorrado de su pensión será para mí. A mi madre no le gusta que hablemos de la muerte, pero mi abuelo dice que en los cinco años de vida que le quedan piensa hablar de lo que le dé la gana.
Mi abuelo siempre dice que quiere morirse antes del año 2000; dice que no tiene ganas de ver lo que pasará en el próximo siglo, que para siglos ya ha tenido bastante con éste. Está empeñado en morirse en 1999 y de la próstata, porque ya que lleva un montón de tiempo aguantando el rollo de la próstata, tendría poca gracia morirse de otra cosa.
Yo le he dicho que prefiero heredar todo lo de su pensión sin que él se muera, porque dormir con mi abuelo Nicolás mola mucho, mola un pegote. Nos dormimos todas las noches con la radio puesta y si mi madre prueba a quitamos la radio nos despertamos.
Nosotros somos así. Si mi abuelo se muriera yo tendría que compartir la terraza de aluminio visto con el Imbécil, y eso me cortaría bastante el rollo.
El Imbécil es mi hermanito pequeño, el único que tengo. A mi madre no le gusta que le llame el Imbécil; no hay ningún mote que a ella le haga gracia.
Que conste que yo se lo empecé a llamar sin darme cuenta. No fue de esas veces que te pones a pensar con los puños sujetando la cabeza porque te va a estallar.
Me salió el primer día que nació. Me llevó mi abuelo al hospital; yo tenía cinco años; me acuerdo porque acababa de estrenar mis primeras gafas y mi vecina la Luisa siempre decía: «Pobrecillo, con cinco años.»
Bueno, pues me acerqué a la cuna y le fui a abrir un ojo con la mano porque el Orejones me había dicho que si mi hermanito tenía los ojos rojos es que estaba poseído por el diablo. Yo fui a hacerlo con mi mejor intención y el tío se puso a llorar con ese llanto tan falso que tiene. Entonces todos se me echaron encima como si el poseído fuera yo y pensé por primera vez: «¡Qué imbécil!», y es de esas cosas que ya no se te quitan de la cabeza. Así que nadie me puede decir que le haya puesto el mote aposta; ha sido él, que ha nacido para molestar y se lo merece.
Igual que yo me merezco que mi abuelo me llame: Manolito, el Nuevo Joselito: Porque mi abuelo me enseñó su canción preferida, que se llama Campanera, y que es una canción muy antigua, de cuando no había water en la casa de mi abuelo y la televisión era muda. Algunas noches jugamos a Joselito, que era el niño antiguo que la cantaba en el pasado, y yo le canto la canción y luego hago que vuelo y esas cosas, porque si no jugar a Joselito, una vez que acabas de cantar Campanera, se convierte en un rollo repollo. Además, a mi abuelo se le saltan las lágrimas por lo antigua que es Campanera y porque el niño antiguo acabó en la cárcel; y a mí me da vergüenza que mi abuelo llore con lo viejo que es por un niño tan antiguo.
Resumiendo, que si vas a Carabanchel y preguntas por Manolito, el Nuevo Joselito, tampoco te van a querer decir nada o a lo mejor te señalan la cárcel de mi barrio, por hacerse los graciosos, que es una costumbre que tiene la gente.
No sabrán quién es Manuel, ni Manolo, ni Manuel García Moreno, ni el Nuevo Joselito, pero todo el mundo te dará pelos y también señales de Manolita, más conocido a este lado del río Manzanares como Gafotas, más conocido en su propia casa como «Ya ves tú quién fue a hablar: El Último Mono».

jueves, 4 de octubre de 2018

Microrrelatos

Image result for y cuando despertó el dinosaurio estaba ahí
Decálogo para escribir microcuentos
1. Solo se necesitan unas líneas, no es el resumen de un cuento más largo.
2. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace. Su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.
3. No transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.
4. Conviene que haya pocos personajes.
5. Espacio: suele suceder en un solo escenario, dos como mucho.
6.  Es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.
7. Hay que ser preciso, es muy importante seleccionar lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.
8. Los microcuentos suelen tener un significado importante. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande. Hay que interpretarlos.
9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.
10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar  lo que ya se ha dicho mil veces.

Concurso Cadena SER: Relatos en cadena. Aquí puedes leer los finalistas y elegir a tus preferidos.

Vamos a leer algunos de los finalistas:

Imborrable

Te quiere, mamá. Pliego el papel respetando los perfectos dobleces que ella ha hecho. Lo devuelvo al sobre. entado en el sofá, con la mochila del instituto aún colgada del hombro, intento llorar. No me sale. Hace rato que no me sale. Que procure perdonarla… Pateo la mesa de cristal como si eso desdibujara mi rabia. Como si estuviera escrita con la tinta de los bolis borrables. Se hace añicos con un estruendo exagerado. Las astillas se me clavan al cubrirme los ojos. No me importa. Necesito ocultar las facciones azuladas y el vaivén de su cuerpo suspendido desde una viga del techo.  Pepe Cano

Te queremos mucho
Te quiere mamá, te quiere tu hermana y yo también te quiero mucho, afirmaba mi padre durante el naufragio en alta mar, mientras se colocaban los tres únicos chalecos salvavidas… José L Chaparro

Buen corazón
Te quiere, mamá. Le he pedido que te lo diga él, pero no se atreve a venir. Me ha contado la discusión. Reconoce que tenías razón y que nunca debió decirte lo que te dijo. Te pide perdón. Yo también te pido que lo perdones. Ya sé que tiene mal genio y que a veces se pone un poco agresivo, pero en el fondo tiene buen corazón y acaba arrepintiéndose. Ahora te van a llevar al quirófano. Cuando te despiertes ya me contarás cómo te caíste por las escaleras. Papá estaba tan nervioso que no ha sabido explicármelo.  Xavier Guardia

El curso 2017-2018 el IES Mar de Cádiz celebró un concurso de microrrelato. lee aquí algunos de los relatos que participaron: http://iesmardecadiz.esy.es/impresiones/

martes, 18 de septiembre de 2018

Piedrahita

¿Cómo llamamos a ese liquidillo que gotea cuando abrimos una mermelada?Al idioma le faltan palabras. Deberían existir estontería, embicilidad, ruña, fofogénico, logodependiente...¿Qué crees que significan estas palabras?

En ocasiones las palabras son escasas como el flequillo de las tortugas y a veces no encontramos la palabra que dé nombre a lo que sentimos. Por eso, Luis Piedrahita viene a decirnos que 'Faltan las palabras'.
http://cadenaser.com/autor/luis_piedrahita_cuesta/a/
Ahora vamos a hacerlo al revés:
¿Cómo podemos llamar a ese fenómeno que consiste en lanzar mecánicamente la culpa lo mas lejos posible?

http://cadenaser.com/programa/2015/06/25/la_ventana/1435243834_076679.html





Inventa tú ahora una palabra para una situación o sentimiento que lo necesite
Mejores palabras inventadas con su definición:
PIPALCAÍDAS: cuando pelas una pipa y en vez de caerse la cáscara se cae lo de dentro.
DOLOÑIQUE: cuando te das con el dedo meñique contra un mueble (Paula Vázquez, Lucía, Rocío e Isabel)
REPENIDO: repetirle un sonido a una persona muchas veces y que siga sin enterarse (Coral, Nayra, Carmen y Daniela)
DEDOLOR: dedo que interactúa con un golpe que duela (Óscar, Gille, Ismael Valentín)